17 / 09 / 2009 | Derechos humanos    

Estimados afiliados, les hacemos llegar el siguiente informe sobre el controvertido fallo del caso Labolita. Agradecemos a Carmen Segarra por la tarea desarrollada.
a.d.u.m.

«Crear y luchar son nuestra manera de decir: tu no moriste contigo»

Esta frase se repitió en una treintena de remeras blancas con el rostro de Carlitos Labolita, militante peronista desaparecido desde abril de 1976. Familiares y amigos de Las Flores las portaban, acompañando al padre, las hermanas, la esposa, en el día que después de 33 años de espera, finalmente llegaba.

El 24 de marzo de 1976 fue detenido en Las Flores Carlos Orlando Labolita, padre de Carlos Alberto Labolita, quien permaneció preso durante 4 años. Un mes después de la detención de su padre, Carlitos regresó a Las Flores pese a las recomendaciones de sus compañeros de entonces, entre ellos Néstor Kirchner, de que no lo hiciera. El 25 de abril de 1976 fue detenido en la casa paterna y llevado a la comisaría de Las Flores. Allí permaneció hasta el 27 de abril, fecha en la que fue trasladado en un móvil policial al regimiento de Azul. Los policías que lo conducían y otros dos detenidos que iban junto a Labolita dieron testimonio de este hecho, ya que luego de entregarlo en el regimiento, siguieron rumbo hasta el penal de esa localidad.

La noche del 30 abril los militares irrumpieron en el domicilio de la familia Labolita con Carlitos encapuchado, esposado y con visibles signos de haber sido torturado. Buscaban armas que nunca encontraron. Luego de este episodio nada más se supo de él.
De acuerdo a declaraciones de Rosa Ninfa de Labolita, madre de Carlitos, realizado con toda valentía en 1981 ante la justicia, ese procedimiento estuvo a cargo del entonces teniente Duret, confirmándolo en un careo realizado en aquella época. Mansilla era el jefe de la subzona 12 – área 125, que comprendía a la localidad de Las Flores y Azul entre otras.

Sería imposible por la extensión, transcribir todas las audiencias de este juicio oral: la declaración de Duret, quien responsabilizó a Marx, la revolución rusa, el castro-comunismo, y así con innumerables hechos hasta llegar a nuestros días, de su situación de imputado en esta causa por las consecuencias que los mismos tuvieron en la vida política argentina; las declaraciones de testigos que fueron detenidos y torturados en Azul, habiendo reconocido uno de ellos, al poco tiempo de haber sido liberado, la voz de Duret como la de su interrogador durante los tormentos; los contundentes alegatos de la querella a cargo del Dr. Sivo, de la fiscalía a cargo del Dr. Adler y de la secretaría de DDHH de la Provincia de Buenos Aires a cargo del Dr. Rezses. Sería imposible transcribir los alegatos de la defensa, en la que en el caso del defensor oficial, Dr. Gritsko Gadea Dorronsoro, equiparó la posibilidad de condena a prisión perpetua con la pena de muerte, dada la edad de Mansilla, su defendido. Y que en el caso del Dr. Ibáñez, defensor de Duret, redujo la responsabilidad de quien fuera jefe de inteligencia de la zona a anodinas tareas pueblerinas. Sin embargo a medida que el rompecabezas se fue armando, pocas dudas quedaron de la participación de Duret en la represión ocurrida en Las Flores inmediatamente después del golpe de estado del 24 de marzo de 1976.

Claro está que Mansilla no pudo eludir la responsabilidad que le cupo en estos hechos por haber sido el jefe de la zona en aquel momento. Por eso la prisión perpetua para este general, aunque en su domicilio. Una vez más la vejez otorgó derechos difíciles de aceptar para un responsable de delitos de lesa humanidad. Claro está que nadie vio quien torturó ni quien asesinó a Carlitos Labolita, de eso se trató justamente el terrorismo de estado. ¿Por eso la absolución de Duret? Habrá que esperar hasta el 24 de julio, si es que no se posterga la feria judicial, los fundamentos de esta controvertida sentencia, los que por ley deben ser leídos por el presidente del tribunal.

Cabe destacar que el fallo sólo fue unánime en cuanto a la condena a prisión perpetua para Mansilla. En lo que concierne tanto a la revocación de su prisión domiciliaria como a la absolución de Duret de todos los cargos que le fueron imputados, la mayoría se obtuvo con los votos de los Dres. Jaraso y Esmoris, votando en disidencia el Dr. Rozansky.

El largo camino de la verdad y la justicia prosigue. Y es nuestro deber seguir dando la pelea, pese a este duro revés.

Carmen Segarra