15 / 03 / 2019 | Noticias culturales    

Entrada para afiliados de a.d.u.m. $ 100.- con la presentación del recibo de sueldo en la boletería.

Domingo 17, 16.30 y 18.30 hs. Estreno exclusivo: nominada el Oscar 2019 mejor film idioma extranjero

SOMOS UNA FAMILIA (Manbike Kazoku / Shoplifters, Japón 2018). Dirección, guión y edición:  Hirokazu Kore-eda. Fotografía: Ryûto Kondô. Música: Haruomi Hosono.  Elenco: Kirin Kiki, Sôsuke Ikematsu, Lily Franky y Moemi Katayama. Duración: 121 minutos. Calificación: apta mayores 16 años.

    Ganadora de la Palma de Oro en el último Festival de Cannes y flamante nominada al Oscar a mejor film en idioma extranjero, la nueva película del director japonés de After LifeDistanciaNadie sabeDe tal padre, tal hijoNuestra hermana menor y Después de la tormenta es una suerte de compendio y culminación de su brillante trayectoria. Una mirada cuestionadora y al mismo tiempo profundamente humanista sobre la familia, la marginalidad y el amor que va más allá de los lazos de sangre en el contexto poco amable de una sociedad dominada por el prejuicio, el cinismo y la hipocresía.

   En un departamento minúsculo ubicado en las afueras de Tokio conviven hacinadas tres generaciones (desde la abuela hasta el nieto preadolescente) de una familia disfuncional, casi marginal, pero al mismo entrañable y querible. Padre e hijo se especializan en robos hormiga en supermercados. Y, cuando encuentran a una niña atribulada por la violencia de su hogar, la adoptan (¿la secuestran?) sin dar aviso a nadie.
  Ese es el punto de partida del nuevo largometraje del director que se ubica además entre los mejores trabajos de su prolífica filmógrafía (tiene varios puntos de contacto con Nadie sabe cuando describe la dinámica de los chicos sin supervisión adulta).
  Por su temática cualquier podría intuir con razón que se trata de una denuncia horrorizada de niños explotados y forzados al ejercicio del hurto, pero en verdad se trata de una mirada compasiva, en la que no se juzga (no se exalta ni se maltrata) a sus criaturas. Cine inteligente, profundo, humanista, sensible. Con el sello único del creador de After LifeUn día en familia y Después de la tormenta. Reseña 1: Diego Batlle (Otros Cines).

   Con su apuesta por una emotividad discreta y una austeridad formal, Somos una familia, de Hirokazu Kore-eda, se desmarca de toda noción de espectacularidad. Como suele ocurrir en la obra del cineasta japonés, aquí los significados emergen de forma transparente, perfectamente integrados en una escritura fílmica de corte clásico. 
  En esta ocasión, Kore-eda decide contar la historia de una excéntrica familia que sobrelleva sus penurias con una bonhomía contagiosa. Los empleos de los padres (Lily Franky y Sakura Ando) apenas garantizan el sustento económico familiar, que se alcanza gracias a la pensión que recibe la “abuela” (Kirin Kiki), gracias al trabajo de una hija mayor (Mayu Matsuoka) en un club de contactos eróticos y gracias a los pequeños hurtos que realiza el patriarca del clan junto a los dos hijos pequeños. 
  El director no oculta al espectador los aspectos más inquietantes de este retrato familiar: el padecimiento económico, el cuestionable uso de los niños para realizar robos, o el estado de alienación inherente al trabajo sexual de la chica mayor. Sin embargo, lejos de juzgar tajantemente a sus personajes, el realizador de After Life observa a sus criaturas con indudable cariño, abrazando su cotidianeidad casi como si se tratara de un ejemplo heroico de supervivencia tanto material como emocional.
   Este contraste entre la sospecha de posibles faltas morales y la evidente simpatía que despiertan los personajes –seres humanos que sufren y aman– genera un sugerente territorio de ambigüedad en la relación del espectador con el film. Una ambigüedad que irá in crescendo a medida que la trama vaya exponiendo la cara más siniestra de la realidad de los protagonistas. Un audaz ejercicio de dramaturgia que pone de manifiesto la mirada desprejuiciada y humanista de Kore-eda. 
De hecho, Somos una familia puede verse como una suerte de compendio de ciertos intereses expresados por el cineasta japonés en anteriores films. Ahí está, por ejemplo, la preocupación por el bienestar de los niños en una sociedad incapaz de cubrir las necesidades los más necesitados, un tema que vertebraba Nadie sabe. O también el estudio de los vínculos paterno-filiales en la destacable De tal padre, tal hijo, donde dos familias (una rica, otra pobre) descubrían que sus hijos habían sido intercambiados al nacer. ¿Qué da lugar y forma a un lazo de parentesco? ¿Es la consanguineidad la variable determinante? ¿O quizá debe prevalecer el factor afectivo? Complejos interrogantes que la obra de Kore-eda aborda con humildad y valentía, interpelando a la conciencia y a la emotividad del espectador sin caer en el sentimentalismo. Un cine que sabe camuflar la urgencia de su denuncia social bajo el delicado acercamiento a una serie de odiseas cotidianas. Una cuestión de pura humanidad.

Reseña 2:  Manu Yánez (Otros Cines).

Domingo 31, 16.30 y 18.30 hs. nominada el Oscar 2019 mejor film idioma extranjero,  mejor dirección y mejor fotografía y mejor Dirección Festival Cannes 2018 

COLD WAR (Zimna Wojna, Polonia/Francia/Reino Unido, 2018),  Dirección: Pawel Pawlikowski . Guión: Pawel Pawlikowski y Janusz Glowacki. Fotografía:Lukasz Zal, Edición: Jaroslaw Kaminski. Elenco: Joanna Kulig, Tomasz Kot, Borys Szyc, Agata Kulesza, Cédric Kahn, Jeanne Balibar, Adam Woronowicz . Duración: 88 minutos. Calificación: Apta para mayores de 13 años.

En Cold War asistimos al encuentro, conexión, y amor evidente -y hasta justo- entre Zula y Wiktor a fines de los años 40, en la Polonia comunista: ella se presenta a un casting como cantante y bailarina folclórica y él es parte de los seleccionadores. Latroupe que se arma sufrirá las crecientes presiones del comunismo para que, por ejemplo, le canten a Stalin. Wiktor no es tan sumiso. Y Cold War nos muestra a estos amantes en diversas ciudades, incluso en la Europa del otro lado de la cortina de hierro, alejados el uno del otro en parte porque el molesto mundo que los rodea está lejos de colaborar con la construcción de un proyecto tan turbulento como lógico: el amor innegable entre estos dos seres.

Son separaciones, añoranzas, traiciones, acercamientos, reemplazos que no consiguen cortar un lazo ineludible, inevitable. Un melodrama conciso, con elipsis convencidas, filmado en blanco y negro y encuadrado con solvencia y singularidad y sin distracciones irrelevantes (como Ida, la película anterior de Pawlikowski, premiada con un Oscar),Cold War es cine del fuerte, del contundente, del que nos hace salir conmovidos y distintos de la sala. Una historia de amor trágica, asediada por el absurdo del mundo; una historia que tenía que perdurar pero se ve interrumpida por ruidos molestos y convicciones oportunistas.Un hombre y una mujer y un amor cuyas evidentes fortalezas resisten de la manera que pueden, en un relato que conmueve porque está absolutamente convencido de lo que nos expone. Y como si todo esto fuera poco, impone sin duda alguna la fotogenia fatal de la que probablemente sea la actriz más subyugante de la temporada: Joanna Kulig, comparada en algunas críticas con Jennifer Lawrence, más que nada porque hay escasez de referencias más atinadas. Kulig es tan fatal y voluble como Brigitte Bardot en El desprecio, y con el cambiante brillo de sus ojos puede construir o derrumbar todo lo que la rodea. Javier Porta Fouz, La Nación, 1 noviembre 2018