01 / 04 / 2010 | Noticias culturales    

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LA CANCIÓN DE PARÍS, AQUEL QUERIDO MES DE AGOSTO, LOS AMANTES

Domingo 4, 16.00 / 18.00 / 20.00 hs.

LA CANCIÓN DE PARÍS («Faubourg 36», Francia 2009). Dirección y guión: Christophe Barratier. Fotografía: Tom Stern. Música: Reinhardt Wagner. Intérpretes: Kad Merad, Clovis Cornillac, Pierre Richard, Gérard Jugnot. Duración: 120 minutos. (AM 13 años).

De Christophe Barratier, el celebrado director de «Los coristas» llega ahora «La canción de París», un poderoso y emotivo fresco épico de un modo de vida parisina ya desaparecido, con toda su humanidad, sus melodías, sus intorescos personajes, sus eventos triviales, sus esperanzas y, como telón de fondo o de todo ello, los signos premonitorios de un trágico y caótico conflicto mundial sin precedentes.

Es la primavera de 1936. La acción tiene lugar en un vecindario de clase obrera del norte de París, un barrio que alguna vez tuvo un nombre pero que ahora todo el mundo conoce como el «faubourg». Desde la cima de la colina, puede verse de un lado el Paris clásico, y del otro los extensos suburbios de la ciudad. Y allí, una pequeña plaza, algunas tiendas, viejos edificios, calles adoquinadas y la fachada descascarada del music-hall del barrio, el Chansonia.En este barrio proletario, el triunfo del Frente Popular en las elecciones es celebrado con gran entusiasmo, y la esperanza de un futuro mejor, aunque también la euforia provoca el surgimiento de ciertos extremismos. Entre las promesas del nuevo gobierno, se destaca la famosa ley de vacaciones pagas, la cual permitirá que muchos trabajadores puedan ver el mar por primera vez. A comienzos de Mayo, tres vecinos del faubourg, trabajadores de varieté los tres, y grandes amigos, no parecen compartir las encendidas esperanzas de los demás. El Chansonia, el music-hall donde trabajaban, hace cuatro meses que ha cerrado sus puertas, dejándolos sin empleo.

Pigoil, es un utilero con treinta años de trabajo en el Chansonia. En su condición de flamante desocupado, puede perder la custodia de su hijo de doce años, Jojo, lo cual también le impediría cumplir su viejo sueño de llevarlo a conocer el mar.Milou , es un electricista impetuoso y mujeriego, símbolo de la «aristocracia proletaria», vocero de toda clase de demandas, quien está decidido a cambiar el mundo.Jacky, es el ex – «hombre sándwich» en el Chansonia; después de cargar su cartelera con los nombres de las grandes luminarias del salón durante tantos años, Jacky sueña con que algun día el rey del music-hall será él. Convencido de que tiene un enorme talento para las imitaciones, constantemente está a la pesca de contrataciones que nunca consigue…

Apoyados por los vecinos, quienes viven al compás de la radio de Monsieur TSF, los tres amigos deciden hacerse cargo de su destino: van a tratar de torcerle la mano a la adversidad ocupando las instalaciones del Chansonia para producir y estrenar allí mismo el exitoso, gran musical que los hará famosos y les permitirá comprar el lugar. Cada uno de ellos tiene motivaciones diferentes, pero todos comparten un mismo objetivo: encontrarle un nuevo sentido a sus vidas.Pero, además de su falta de experiencia, tendrán que lidiar con el antagonismo del «padrino» del barrio, Galapiat, y conciliar sus ambiciones con el inesperado arribo de una misteriosa y atractiva joven cantante, Douce.

Domingo 18, 16.00 / 18.30 hs. Pre-estreno Exclusivo:

AQUEL QUERIDO MES DE AGOSTO («Aquele querido mès de agosto», Portugal 2008). Dirección: Miguel Gomes. Guión: Miguel Gomes, Mariana Ricardo y Telmo Churro. Fotografía: Rui Poça. Montaje: Telmo Churro y Miguel Gomes. Intérpretes: Sónia Bandeira, Fábio Oliveira, Joaquim Carvalho. Duración: 147 minutos. (AM 13 años).

La segunda película del portugués Miguel Gomes que se alzó con el premio mayor de la última edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires 2009 (BAFICI) transita los límites entre la ficción y lo documental de un modo imperceptible, convirtiéndola en una película única.

El director se traslada a Arganil en Portugal para filmar un documental sobre un grupo de música popular integrada por padre, tío y sobrino. Así, entre procesiones, fiestas, canciones, música, paisajes y problemas de rodaje van transcurriendo los minutos para pasar casi inadvertidamente a una historia de amor, con triangulo amoroso incluido.

Miguel Gomes bosqueja de manera compleja pero a la vez casual, dos películas en una pero sin perder la lógica del relato. Un documental que vira al melodrama. Bellas canciones que terminan en un conflicto familiar. Un rodaje complicado. La verdadera magia de este film es el de nunca saber si lo que estamos viendo es parte de la ficción o de lo real, o si todo es una puesta en escena para terminar engañando al espectador en lo que será un documental apócrifo, o viceversa.

La poética del film radica en lo despojado de su puesta en escena. Diálogos banales, cierta cursilería en las canciones y una historia mínima pero contundente se transforma en una celebración cinematográfica, gracias a la maestría de Gomes para transitar por los carriles complejísimos de la simpleza y armar una historia de extrema singularidad.

Aquel querido mes de agosto es una obra que rompe con la estructura del clasicismo y nos presenta una nueva forma de estructurar un relato cinematográfico, en donde realidad y ficción se conjugan para mostrarnos un film en donde los límites no existen.

Domingo 25, 16.00 / 18.00 / 20.00 hs.

LOS AMANTES («Two lovers, EE.UU. 2009). Dirección: James Gray. Guión: James Gray y Richard Menello. Fotografía: Joaquín Baca-Asay. Montaje: John Axelrad. Intérpretes: Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Isabella Rossellini, Elias Koteas. Duración: 110 minutos. (AM13 años).

Los amantes es una película brillante, seductora y, sobre todo, asombrosa (el crítico apela aquí a la deliciosa ambigüedad del adjetivo en cuestión). Se trata de un ejercicio en las antípodas de lo convencional y lo académico, como demuestra la abismal paradoja sobre la que se sostiene su audacia y rotundidad.

Por un lado, James Gray (director de la sensacional Los dueños de la noche) pone de manifiesto, en cada una de las imágenes del film, su absoluta negativa a esconderse bajo el paraguas del distanciamiento irónico: Los amantes es una obra desnuda, que parece entregarse al espectador en estado bruto, a corazón abierto, abrazando el exceso operístico y la afectación genérica. Estamos ante un genuino y desgarrado melodrama. Y, sin embargo, por otra parte, resulta imposible, al menos para este crítico, no percibir en el torbellino emocional de la película, un perturbador extrañamiento, una enigmática forma de distanciamiento, seguramente originado por otra negativa: la del director a someterse a las leyes del naturalismo.

Transitando las secuencias más extrañas y viscerales de Los amantes, el espectador puede verse abocado a un paraje misterioso: el del ridículo en su forma más deliciosa, un efecto que alcanza su punto álgido en la fantástica y desgarrada escena de la discoteca, cuando Joaquin Phoenix se entrega en cuerpo y alma a sus eufóricos impulsos de hombre enamorado (para un estudio más detallado de las bondades del cine ridículo.

El caso de Gray es, si cabe, más complejo todavía, ya que en Los amantes se materializa tanto la herencia del clasicismo hitchcockiano (las huellas de Vértigo son palpables) como la vibración en fuga de la modernidad europea, de los cuentos morales de Eric Rohmer a los dilemas sentimentales de François Truffaut.

En esta tesitura, entre un neo-clasicismo brutalmente honesto, abierto a la modernidad cinematográfica, y un sensual cúmulo de referencias culturales, Gray dibuja una brecha dolorosa en los entresijos del amor, partiendo de lo más esencial, la geometría del triángulo amoroso, para alcanzar lo sublime, la trágica vulnerabilidad del hombre enamorado. El triángulo lo forman dos maravillosas mujeres, la deslumbrante e inestable Michelle (una irregular Gwyneth Palthrow) y la maternal Sandra (fantástica Vinessa Shaw), y un hombre marcado por un dramático trauma sentimental (Joaquin Phoenix, soberbio como de costumbre). Tres personajes que Gray sumerge a placer en las tierras movedizas de la condición humana: el yugo de la familia, la fe y la tradición, la ilusión del libre albedrío, el impulso irrefrenable de la pasión y las trágicas consecuencias de la búsqueda de la felicidad