16 / 04 / 2007 | Derechos humanos,Juicios por la verdad    

En el día de la fecha presentaron declaración testimonial la Sra. Gregoria Marín, ex trabajadora del pescado, el Sr. Ernesto Orozco, ex comisario de la comisaría 4ta y la Sra. Susana Ure.

JUICIO POR LA VERDAD,  Audiencia 16/4/07La Sra. Gregoria Marín se desempeñó como trabajadora de la fábrica La Campagnola y en un frigorífico del barrio El Gaucho. Es en estos ámbitos que comenzó su militancia en el Peronismo de Base (PB). El 14 de noviembre de 1975 fue secuestrada de su domicilio cuando tenía 18años. El procedimiento fue muy violento y realizado por muchas personas uniformadas de verde, aunque había dos hombres de civil. Ella se encontraba con su bebé de 8 meses y permanentemente le preguntaban por su marido. Dado que ella desconocía el paradero de su marido comenzaron a pegarle a su hijito para que les diera información. Finalmente la hicieron subir a un camión del ejército y le taparon la cabeza con la mantita del bebé. Como su bebé le había corrido la mantita, vio cuando llegaron a la Base Naval de Mar del Plata. Ahí permaneció un día y no pudo ver a sus custodios ya que permaneció encapuchada. Pudo oír que en las cercanías había más gente e inclusive niños. Luego supo que entre esas personas se encontraba Sarita Renta y su hijita. Posteriormente fue trasladada a la comisaría 4ta en un camión junto con otras personas. Algunas se quejaban del dolor ya que habían sido golpeadas. En la comisaría permanecieron en un patio y se encontró con Silvia Clementi, Mónica Lorenzini, Elena Arena, una empleada de la tienda Los Gallegos y dos chicos más. La empleada y su marido no tenían militancia política, pero dado que él se denominaba Carlos Marx y que además era sordo, fue particularmente castigado. Consideró que dadas las condiciones de la comisaría, lo mejor era entregar su hijito a sus suegros, así que finalmente logró hacerlo. A su bebé no lo volvió a ver hasta su detención en la cárcel de Olmos. A los pocos días de su llegada a la comisaría fue trasladada junto a las demás mujeres al destacamento 9 de Julio. Entre tanto a la comisaría habían llegado más compañeros del Peronismo de Base: Marta Sander, Estela Lombardo y Jorge Olave, que había sido baleado durante su detención, Mabel Grimberg, Horacio Sandorani, Jorge De Falco, gente de Miramar. A Mónica Lorenzini la trasladaron a una casa en el auto de Silvia Clementi. Finalmente volvieron todos a la comisaría y alguien que dijo ser el comisario les preguntó si estaban heridos o si habían sido torturados. Tanto en el momento de su detención como en el traslado, en la comisaría y en el destacamento, reconoció a un oficial muy prepotente al que le faltaban dedos de una mano.

El 10 de diciembre algunas de ellas -Sander, Arena, Lorenzini, Grinberg- fueron trasladadas al penal de Olmos. En enero un juez se acercó a tomarles declaración y a ella le abrieron una causa junto a su marido. Posteriormente le abrieron una a ella como imputada. La abogada defensora Teodoris la trató muy mal y le preguntó permanentemente por su marido. También le dijo que si ella decía adonde estaba sería liberada. Cree que el fiscal era Demarchi. En una oportunidad le dijeron que lo habían matado por lo que podía contar todo lo que supiera de él. Pero ella ya había sido alertada acerca de esta estrategia por otras compañeras. Al poco tiempo fue sobreseída y en septiembre de 1976 trasladada a Devoto. La situación en las cárceles empeoró mucho después del golpe. En Devoto, en los pabellones se sufría hacinamiento por la cantidad de gente detenida. En 1979 pudo salir del país con opción hacia Noruega, adonde se encontró con su marido e hijo.

Ante preguntas que se le realizaron, la Sra. Marín contestó que a su entender el auge represivo comenzó antes del golpe de estado, asociado al aumento de conflictos laborales. Para ella los sectores de derecha, los matones sindicales y las fuerzas represivas estaban asociadas a la patronal. También recordó a los que ellos llamaban «los fachos del centro» entre los que se encontrarían Demarchi, Piantoni y otros.

A continuación prestó declaración no juramentada el ex comisario Ernesto Orozco, quien se desempeñó como comisario de la cuarta desde marzo de 1975 hasta mediados de 1976. En ese momento fue trasladado a Maipú por orden del Comisario Mayor Ostovsky, quien le manifestó que los militares no le tenían confianza por su limitada colaboración en la comisaría. En 1979 se lo pasó a retiro y se jubiló. Orozco recordó que a partir del decreto del gobierno constitucional de octubre de 1975, la policía quedó subordinada al ejército en todas las actuaciones que tuvieran que ver con la «lucha antisubversiva». En el caso de Mar del Plata el control lo tuvo el GADA 601 a través del coronel Barda, jefe de la subzona XV, quien se conectaba directamente con la Jefatura Regional. Los militares estaban autorizados a tener sus detenidos en las comisarías, los que quedaban a disposición de la autoridad militar. A pesar de esto, en la comisaría se informaba a los familiares cuando requerían información acerca de los detenidos. Cuando algún detenido era considerado «peligroso» el ejército ponía su propia custodia. La lista de detenidos era una lista «suelta», sin registro en la comisaría. Todas las órdenes eran verbales. En el caso de que los detenidos presentasen problemas de salud o heridas, se llamaba al médico policial, que en ese período fue el Dr. Lorenzi. En la comisaría hubo detenidos hombres y mujeres. Recordó en particular a la hija del Juez Vallejos, quien se acercó a la comisaría para saber si su hija se encontraba detenida allí. Orozco le respondió afirmativamente y le preguntó porque no presentaba un recurso de habeas corpus. Vallejos no quiso por temor a represalias para con su hija y él mismo. También se acordó de una mujer de Necochea de quien no recuerda su nombre. El comisario dijo no haber participado directamente en ningún operativo, pero si su personal, quienes le comentaron que el Capitán Tocallino era quien se ocupaba de ir a buscar a los detenidos a la comisaría cuando eran trasladados a otra dependencia. Bajo su gestión, a la comisaria sólo llegaban detenidos del Ejército. Orozco también relató que en el período en el que se desempeño como comisario en la cuarta, hubo varias muertes violentas y que en todos los casos se instruyó el sumario correspondiente. En el año 1975 hubo por lo menos 6 casos. Después del golpe la comisaría le daba intervención al Juez Provincial de Turno.

A continuación prestó testimonio la Sra. Susana Ure, quien relató las circunstancias del asesinato de su marido Víctor Hugo Kein la madrugada del 12/6/75. Él había sido un activo militante peronista en La Plata. Fue preso en 1971 y salió en libertad en el 1973. En Mar del Plata continuó su actividad política, por lo cual la Sra. Ure supone que la gente de la CNU lo conocía, dado que militantes marplatenses de esta organización habían estudiado en La Plata. A principios del 75 empezó a trabajar en una empresa constructora y vivían en un departamento que les había prestado el arquitecto Domingo Barilari. También iba al estudio de éste que quedaba en Rivadavia entre San Luis y Córdoba a realizar trabajo extra como dibujante. Ya el 16/4/75 tuvieron la certeza de que lo estaban buscando porque un grupo de hombres en un Peugeot amarillo allanaron la casa del Dr. Clara, padre de Mirta Clara, preguntando por él y por Néstor Sala, esposo de Mirta. A la semana siguiente, aparentemente las mismas personas, fueron a la casa de los suegros de Mirta, en Berazategui. La Sra. Ure dijo que el día 11/6/75, fue al estudio de Barilari a ver a su marido. Mientras estaba allí llegó un joven de 17 años, Jorge Delarco, conocido de un socio de Barilari, que acababa de llegar a la ciudad a estudiar arquitectura. Como Kein debía terminar un trabajo, este joven (a quien el matrimonio no conocía) se ofreció a quedarse haciéndole compañía y la Sra., que estaba embarazada de 7 meses, se fue a su casa. Kein no volvió. Cuando al día siguiente comprobó que tampoco había ido a su trabajo, fue hasta el estudio y allí encontró todo destrozado, manchas de sangre y que habían pegado tapas de la revista EL Descamisado en las paredes. Volvió a su casa e hizo un bolso, pensando en no volver. Luego de algunos inconvenientes pudo ubicar a Barilari quien le contó que además se habían robado una chequera (bastante tiempo después siguió circulando por la ciudad ya que aparecía gente reclamando por cheques sin fondo), el fichero con los datos de sus clientes, su libreta de enrolamiento y cheques que estaban al cobro. Al día siguiente, apareció en los diarios la noticia del hallazgo de dos cadáveres acribillados en dos zonas alejadas. Barilari fue a la morgue con el comisario y tres oficiales de la comisaría 4ª y pudo reconocer a Kein y a Delarco a quien le habían borrado las huellas dactilares. Se abrieron dos causas, una por homicidio y otra por privación ilegítima de la libertad. El juez era González Echeverri, mientras que el fiscal era Gustavo Demarchi. De la investigación no surgió nada. Con el tiempo, ella pudo reconstruir las circunstancias en que fue secuestrado su marido. Aproximadamente a la 1 de la mañana del 12/6/75, llegaron varios autos, cortaron la calle y varios hombres entraron al edificio (fueron vistos por amigas del matrimonio). Algunos subieron por el ascensor, otros por escalera e iban entrando adonde veían luz. En el 7º P, estaba la Asociación Marplatense de Rugby y había una reunión. La patota entró y los amenazó y apuntándole a uno de ellos, le preguntó por Hugo Kein. Un participante de la reunión pudo reconocer a un compañero del secundario y decidió irse de la ciudad. El portero escuchó todo, incluso cuando alguien pedía socorro y que avisaran a la policía ya que estaba siendo secuestrado, pero no salió. Luego los subieron en autos distintos y se fueron. Pocos días después, Eduardo Fromigué (custodio de la UOM en La Plata que andaba con armas en su auto y que luego fue muerto por Aníbal Gordon) le dijo a un primo de Barilari que él había estado en el procedimiento y se había llevado la libreta de enrolamiento. Ella piensa que el asesinato de Piantoni desencadenó una matanza de militantes en la cual participaron combinadamente componentes de la CNU de La Plata y Mar del Plata junto a custodios de sindicatos con la anuencia de las fuerzas de seguridad

Para finalizar, fue convocada nuevamente Elena Arena, quien testimoniara durante la audiencia pasada, que reiteró que la persona que la recibió al llegar a la 4ª fue el Comisario Orozco a quien pudo reconocer cuando dio testimonio en esta sala. Afirmó que siempre, cuando iban los militares a buscar o traer prisioneros, estaba él u otro de menor jerarquía pero nunca alguien de bajo rango y que jamás entraban si no era acompañados por ellos. Detalló también que cuando las llevaron al destacamento 9 de Julio estaba presente, y cuando luego las trajeron, él mismo dijo «las vamos a hacer revisar porque no quiero que se diga que acá pasó algo». Y que alguien que dijo ser médico les fue preguntando a cada una si habían sido golpeadas, torturadas o maltratadas. Ellas se habían puesto de acuerdo en negar todo por seguridad.

Carmen Segarra
Secretaría de DD HH