07 / 05 / 2007 | Derechos humanos,Juicios por la verdad    

El lunes 7 de mayo de 2007 en el Tribunal Oral Federal se dio inicio a una nueva audiencia del Juicio por la Verdad que impulsan los Organismos de DDHH de la ciudad de Mar del Plata desde el año 2000.

En esta oportunidad se recibieron tres nuevos testimonios: el Sr. Carlos Cervera, la Sra. Inés Cortez Vela y el Sr. Julio Ubieta, quienes fueron convocadas en función de avanzar en el conocimiento de los hechos de represión y del accionar de los grupos de ultraderecha que, con anterioridad al golpe de estado operaban en nuestra ciudad, particularmente la Concentración Nacional Universitaria (CNU).

JUICIO POR LA VERDAD,  Audiencia 7/5/07En primer lugar declaró el Sr. Cervera, quien manifestó haber sido estudiante de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mar del Plata, habiendo ingresado en el año 1971. Por otra parte aclaró que su militancia política de aquel entonces se desarrolló en el Peronismo de Base. Al iniciar su declaración leyó el prólogo de una declaración de la Secretaría de DDHH de la Nación con motivo del último aniversario del Golpe de Estado que señala, entre otros conceptos, que la desaparición de personas durante la última dictadura militar fue necesaria para poder implantar un modelo económico que eliminaría conquistas sociales conseguidas hasta entonces. Precisó que en ese contexto tendría lugar su intervención.

Comenzó su relato diciendo que a fines de 1971 ocurrió el asesinato de Silvia Filler en una asamblea estudiantil en el aula Magna de la Universidad. A lo largo de ese año se habían sucedido numerosas acciones por parte de los estudiantes con el objeto de transformar la Universidad, a la que consideraban elitista y autoritaria. Estos cuestionamientos se discutían democráticamente en reuniones y asambleas. Sin embargo había un pequeño grupo de militantes de la CNU que se oponían a estos planteos. En este marco se llegó a la mencionada asamblea el 6 de diciembre de 1971. Cervera recordó que el aula Magna estaba colmada de gente y que el profesor Barcolongo le avisó que la Universidad estaba rodeada por policías. Al poco tiempo de iniciarse la asamblea hubo algunos altercados con la gente de la CNU y uno de sus militantes se retiró, llegando luego una patota armada que comenzó con los disparos. Es ahí cuando fue herida de muerte Silvia Filler. En el momento del ataque armado pudieron constatar que ya no había policías en las cercanías de la Universidad, lo que hizo pensar en una “zona liberada” para que la patota pudiera actuar. La policía retornó cuando el ataque hubo finalizado. Cervera mencionó nombres de quien recordó como militantes del CNU – una mujer apellidada Arenasa, Scheggia, Silvia Martin, Piantoni, Demarchi, Delgado, Piatti- y de quienes fueron los agresores en la asamblea: Corres y Gómez. El asesinato de Filler desencadenó una serie de protestas que culminaron en mayo o junio de 1972 con una huelga general apoyada por la CGT, episodio conocido como “el Marplatazo”. Cervera manifestó que la derecha peronista siempre utilizaba la violencia como forma de resolver los conflictos políticos y que dicha violencia contaba con total impunidad. A partir de ese momento su militancia se desarrolló en los barrios de Mar del Plata. Esta militancia era sumamente democrática y no violenta, trabajándose fundamentalmente con las reivindicaciones de cada barrio.

Cervera relató que cuando llegó la democracia en 1973, si bien había un auge de los sectores progresistas, la derecha comenzó a dar indicios de formas de represión que luego se sistematizarían a partir del golpe de estado de 1976. En esta confrontación se disputaban espacios institucionales, entre ellos la Universidad, el INE, el Hospital Regional, Zona Sanitaria VIII, ocurriendo numerosas tomas. Recordó que la del Regional fue violentamente desalojada por el CDO, comandado por Mario Cámara. En febrero de 1974 la burocracia de la CGT cuestionó muy duramente la dirigencia progresista de la Universidad y el aparato fascista comenzó a tomar la estructura de la institución. Luego de la muerte de Perón estos enfrentamientos se agudizaron. Cervera señaló que a fines de 1974 fueron secuestrados Biterski, Carta y el padre de Víctor Corbalán, todos militantes populares. Aclaró posteriormente que Biterski en la actualidad, vive en Estados Unidos y que de Carta no tiene información. A su criterio estos hechos y otros que ocurrieron posteriormente- ataques a obreros de la construcción, de la fábrica Eskabe, de una fábrica de conserva de pescado- fueron responsabilidad de la AAA.

Cervera continuó su relato diciendo que finalmente fue detenido el 26 de julio de 1975 en la vía pública y trasladado a la comisaría primera de Mar del Plata. Ahí permaneció en un calabozo hasta que a la noche fue sometido a tortura con picana eléctrica. En un determinado momento fue llevado a las cercanías de Libertad y 180 ya que le habían encontrado un ticket con esa dirección. Finalmente lo llevaron a la comisaría cuarta adonde fue nuevamente torturado. Un comisario apellidado Méndez le recomendó que hablara ya que sino los militares se iban a ocupar de él y el trato sería peor aún. Cervera piensa que en la cuarta pudo haber sido torturado por personal del ejército. Mientras era torturado le dijeron que sus padres también lo estaban siendo en una celda de al lado. Podía oír gritos, pero luego supo que no se trataba de sus padres. En la cuarta estuvo 5 ó 6 días, siendo su detención reconocida oficialmente el 28 de julio, o sea dos días después de su secuestro. Esta información respecto de su legalización la obtuvo de su legajo de la DIPBA, actualmente en manos de la Comisión Provincial de la Memoria. En los días que duró su detención en la comisaría fue llevado a un despacho en el cual había miembros de la Justicia Federal de Mar del Plata: la jueza Teodoris y otro hombre de quien no recordó el nombre. Si bien los signos de tortura eran evidentes, tenía los labios hinchados y le faltaba un diente, Teodoris no le preguntó nada acerca de su estado físico. En ese momento Cervera no hizo una denuncia porque temía por sus padres, a quienes también creía detenidos. Durante su declaración Cervera mostró una foto de su estado en la comisaría, también obtenida del registro de la DIPBA. Ante una pregunta del Dr. Sivo, abogado de los organismos de DDHH, acerca de si recordaba haber visto al Comisario Orosco, Cervera dijo no recordarlo. Luego fue trasladado al pabellón 11 de la U9 en La Plata. Hasta ese momento no sabía que cargos le imputaban. En su causa el Fiscal fue Gustavo Demarchi, quien pidió 16 años de condena. Luego la misma pasó a 8 y finalmente la Cámara Federal le dio 6 años. La U9 se transformó en una cárcel exclusivamente de presos políticos. Al comienzo, el régimen era flexible, pero luego del golpe fue muy duro y hasta hubo fusilamiento de los presos Pirles, Georgadis, Cabo y Rapaport.

En 1978 fue entrevistado por un juez, quien le comunicó que se le había abierto otra causa vinculada a una detención masiva en Mar del Plata y en relación a la misma fue trasladado a la ciudad en un avión. En el mismo había otros presos que fueron bajados en Tandil. Cervera cree que él fue sacado del avión en las proximidades del Centro Clandestino La Cueva, del aeropuerto de Mar del Plata. De aquí fue llevado en el piso de un auto a la sede de la Policía Federal de la Terminal, sufriendo en el camino amenazas de muerte y un simulacro de fusilamiento. Luego fue trasladado al Juzgado Federal, adonde fue entrevistado por un hombre de quien no recordó el nombre, y finalmente volvió a la Policía Federal. De ahí fue llevado a La Plata en un avión comercial, pasando por una comisaría antes de volver a la U9. En el ínterin, sus padres habían ido a visitarlo al penal, adonde les dijeron que él no se encontraba ahí, sin brindarles ningún tipo de información. En 1979 fue trasladado a Caseros, adonde fue indagado por el Coronel Sánchez Toranzo, y en septiembre le dieron la libertad condicional. Del penal se dirigió en taxi a lo de una familia amiga en Buenos Aires, y pese a que él pensaba que no era conveniente volver a Mar del Plata, su hermano le pidió que fuera aunque sea de visita. Allí se enteró que unos hombres que se identificaron como Alejandro Isla, Raimundo Villaflor y Enrique Ardetti, compañeros suyos, habían visitado la casa de su familia.. A él le resultó sospechoso ya que le constaba que Isla estaba preso. Luego se enteró que los otros dos ya habían sido secuestrados. Ante esta situación decidió abandonar el país y sus padres lo llevaron a Corrientes, adonde tenían familia, para posteriormente pasar a Brasil. Una vez en este país, vía el Consulado Español, partió a España, ya que poseía la doble nacionalidad. Los hombres que habían ido a la casa de su familia lo siguieron haciendo hasta que les mostraron una carta suya desde España. Al finalizar su declaración Sivo le leyó una lista de nombres y Cervera los reconoció como integrantes de la CNU. De Corres, Gómez, Piatti, Delgado, Ullúa dijo que eran “pesados”, de Demarchi y Piantoni dijo que se decía que eran los jefes. También reconoció como integrantes del CNU a Vigliso, Cuadrado, Asaro, Aguilera y Coronel. De Eduardo Cincota dijo que apareció en Mar del Plata posteriormente y de Ricardo Oliveros dijo no recordarlo en aquella época.

Cervera finalizo su relato queriendo agradecer la solidaridad del abogado Emilio Triunfeti, quien le allanó el camino para que pudiera irse del país sin riesgo de que apareciera un pedido de captura, ya que cuando decidió exiliarse se encontraba bajo libertad condicional. Aclaró que estuvo en España hasta 1990 y que a Mar del Plata regresó hace dos años.

La siguiente testigo fue Inés Susana Cortéz Vela quien fuera novia de Jorge Stopani. Stopani fue asesinado junto a Daniel Gasparri el 25 de abril de 1975. Ambos cuerpos aparecieron en las cercanías del cementerio, el de Gasparri quemado. Este hecho nunca fue investigado ni esclarecido. Cortez Vela recordó que ambos eran amigos desde hacía tiempo, ya que habían estudiado juntos en La Plata. Stopani se recibió allí de contador en 1973 y Gasparri terminó su carrera en Mar del Plata. Stopani no militaba en ninguna agrupación y trabajaba en la administración de una planta industrializadora de pescado y en la Municipalidad de Balcarce. Gasparri militaba en la JTP, tanto en La Plata como en Mar del Plata. Dado que este último supo que lo estaban persiguiendo se fue a vivir a la casa de Stopani, pensando que estaría a salvo porque su amigo no tenía militancia. La testigo vivió en la misma casa durante el año 1974. Aproximadamente en marzo de 1975 se comentó que la AAA había dado a conocer listas negras y que, en la que circulaba en Mar del Plata, figuraban “Pacho” Elizagaray y Gasparri. No recuerda nombres de otros compañeros de militancia de Gasparri, ya que ella no era de la ciudad. Entre los amigos comunes recordó a Miguel Escurdia y su novia Virginia Franganillo, Luis Franganillo, hermano de Virginia, y a Susana Salerno, novia de Gasparri. La testigo estaba en el campo en Rauch cuando ocurrió el secuestro y asesinato de ambos. Fue su hermano quien que viajó a Rauch para informarle, pero no se enteró de lo ocurrido hasta llegar a Balcarce, a lo de la familia de Jorge. Su hermano y un primo de su novio no se habían animado a contarle lo ocurrido y le habían dicho que Jorge había sufrido un grave accidente volviendo del casamiento de Luis Franganillo en Tandil. Opinó que el hecho de que el cadáver de Gasparri apareciera quemado y el de Stopani no, fue un mensaje mafioso como para demostrar lo qué podía ocurrir si alguien protegía a un militante. Nunca se supo cómo fue el secuestro. Sólo se infirió que no los llevaron de la casa ya que allí no había desorden ni señales de violencia. Siempre se supuso que había sido responsabilidad de la CNU y la AAA. No supo que la madre de Stopani hiciera ningún tipo de reclamo legal.

El último testigo de esta audiencia fue Julio César Ubieta. Él hizo el servicio militar en el GADA 601 entre abril de 1975 y junio de 1976 y desempeñó tareas como asistente del Capitán León, en la Batería de Comandos y Servicios. Su función era la de “comisionista” y como tal realizaba compras, trámites, etc. Eso determinaba su escasa permanencia en la agrupación y que hiciera pocas guardias. Recordó que en octubre de 1975 (momento en que se dictó el decreto de aniquilación por parte del Gobierno Nacional), se les indicó a los conscriptos que irían a Tucumán por 15 a 20 días y que dicho viaje se concretó después de varias órdenes y contraórdenes. Fueron un total de 100 personas entre soldados y oficiales. Salieron el 4/11/75 y volvieron el 29/12/75. Les dieron unos días de licencia y luego se reintegraron. A partir del golpe militar hubo refuerzos en las medidas de seguridad: más soldados por puesto de guardia, guardias más cortas y patrullas que los controlaban con más frecuencia. El único lugar al que los soldados no tenían acceso era la Jefatura, donde estaban los jefes principales de la Unidad. Había una sola puerta de entrada al regimiento y no conoció ningún camino de conexión interna entre el GADA y la Fuerza Aérea. En ese momento los jefes eran el Coronel Reyes y el segundo, de apellido Cornejo. Luego los sucedió Barda. Recordó a un enfermero llamado Fernández que lo atendió una vez y que fue con ellos a Tucumán, pero no conoció ningún médico. Comentó también que era común que el personal se moviera con sus autos particulares e incluso que no siempre iban con uniforme. No se enteró que hubiera abogados en el lugar.

 

Carmen Segarra
Secretaria de DDHH